Las Brujas de Fuenterrabía. Proceso del Siglo XVII.

Texto extraído de la transcripción que realizó Juan Arzadun en 1900, exmilitar vasco, poeta y escritor perteneciente a la generación del 98 y amigo personal de Unamuno, sobre las actas del proceso de Brujas que fue iniciado en Fuenterrabía el 6 de Mayo de 1611 tras el malestar general y las denuncias reiteradas de la población contra varias mujeres de origen francés. Y del cual dio fe el escribano Domingo de Aramburu.

“«En la M. N. y M. L. Villa de Fuenterrabía á seis días del mes de Mayo de 1611 los señores Sancho de Ubílla y Gabriel de Abadia Alcaldes ordinarios por el rey nuestro señor de la dicha villa y toda su jurisdicción el dicho año, por presencia de mí Domingo de Aramburu, Escribano del rey nuestro señor y publico de los de número de dicha villa, dijeron: que á su noticia era venido de como, en mucha ofensa de Dios nuestro señor y de la Santa fé católica y escándalo de la república, había algunas personas, en particular forasteras del reino de Francia residentes en esta villa y su jurisdicción, brujas maestras que embrujaban y habían embrujado muchas criaturas y las dichas criaturas lo decían, declaraban y manifestaban y que en dicho ofício  y secta demoniaca se daban mucha priesa de 20 días á esta parte y porque semejanles ofensas no se hagan á Dios nuestro señor, ni se vayan sembrando ni continuando tales cizañas y se sepa y averigue los que fueren culpantes y sus delitos y maleficios y excesos, mandaron hacer esta cabeza de proceso y recibir información para administrar justicia, lo cual proveyeron y mandaron asentar y lo firmaron de sus nombres.

SANCHO DE UBILLA. — GABRIEL DE ABADÍA,

Pasó ante mí

DOMINGO DE ARAMBURU, escribano.»”

En los años anteriores habían acontecido sucesos de diversa índole que desembocaron en una situación de persecución de «la secta maligna», por denominar de alguna forma esta herejía, que parecía haberse tornado plaga en los valles vascongados y navarros.

La situación en la zona a principios de siglo es bastante calamitosa, se mezclan la miseria y la hambruna con los efectos de las pertinentes guerras ( Guerra anglo-española 1585-1604, Guerra de Flandes 1568-1648. Flojean las cosechas, escasea la pesca, se producen naufragios y existe un flujo migratorio de población entre ambos lados de la frontera en busca de mejores oportunidades de subsistencia.

En 1609 al otro lado de la frontera, a no más de 30 kilómetros en la zona del Labourd (Laburdi) en el país vasco francés se había desatado al parecer una epidemia brujeríl. Ante tal desmán Enrique IV decide enviar a su comisionado Pierre de Lancre a investigar y poner orden en una zona tan libertaria en la que hasta los monjes iban armados o jugaban con los niños de la población.

Tras su investigación Lancre decide que prácticamente la totalidad de la población de Labourd (unas 30.000 personas) incluidos los clérigos eran brujos, al conocerse dichos resultados se produce una desbandada sin precedentes en la zona en todas direcciones, probablemente muchos de ellos huyen hacia las montañas del país vasco español, otros emigrarán hacia ultramar a lugares como Terranova dónde ya se desplazaban habitualmente para realizar labores de pesca.

El resultado para Labourd tras el proceso que dura de mayo a noviembre es la quema de más de seiscientas personas acusadas de diferentes fechorías brujeriles. Ni decir tiene que la fama de Lancre y del suceso corre como la pólvora a lo largo de Francia y de la vecina España.

Tras ese suceso es recompensado siendo nombrado consejero de Estado y aprovecha para publicar en 1610 en París un curioso libro: «Tableau de l’inconstance des mauvais anges et démons, où il est amplement traicté des Sorciers et de la Sorcellerie», donde a parte de dar instrucciones sobre el comportamiento y detección de la brujería, afirma que el país vasco es el foco de la plaga. Libro que viene a unirse al de su compatriota Jean Bodin «Démonomanie des sorciers» publicada en 1580 y al manual por excelencia publicado en 1486 y en constante reedición en la época, El «Malleus Maleficarum» (Martillo de Brujas),  utilizado por toda la inquisición en la caza de brujas desde que apareciese la bula «Exigit sinserae devotionis affectus» del Papa Sixto IV instituyendo el Santo Oficio.

Retomando la situación de la zona en la época. Nos encontramos con una sociedad rural fragmentada destinada a procurar su subsistencia dentro de una etapa de crisis y azotada por los vaivenes de guerras, malas cosechas y plagas que le hacen dicha subsistencia muy difícil.

Dentro de este entorno se desarrolla una fuerte misoginia en el interior de una sociedad patriarcal en la que la mujer carece de función pública alguna más allá de la corte o el monasterio.

Con este panorama los odios y recelos se desatan, sobre todo haciendo hincapié en el diferente, en el extraño , en el libre. Hay mujeres que debido a sus circunstancias “gozan” de cierta libertad y sabiduría que les ha sido transmitida generación tras generación. Saben de hierbas, saben de curación, conocen la naturaleza, saben sacar partido de ella y acostumbran a ayudar a sus vecinos con sus conocimientos para resolver los problemas cotidianos.

También encontramos unidades familiares diferentes, mujeres que a pesar de estar casadas permanecen largo tiempo “sin marido”, ya que debido a sus circunstancias, sean marineros o soldados, éstos no permanecen constantemente en el hogar.

Éste tipo de mujer, la que se vale por si sola, será el primer objetivo de odios y envidias, ya que quedan totalmente al margen del mundo patriarcal que las rodea. Cumpliendo todos los cánones denostados por el patriarcado dominante: no silenciosa, escandalosa, no hogareña, no sumisa, rebelde e inhibida.

Sembrado el terreno con las circunstancias del extraño, del forastero, del recién llegado (a pesar de llevar años viviendo en la comunidad), del que vive “aparte” en las montañas … ; y todo ello aderezado con los vientos que vienen de Francia divulgando lo acontecido en Labourd, provocan el inicio de una epidemia que se difundirá desde los puestos fronterizos hasta todo el valle Navarro como indicaría más tarde el inquisidor Alonso de Salazar y Frías.

En este entorno como no podía ser de otra manera la violencia se torna hacia las mujeres, en este caso además se trata de “francesas”, a pesar de estar casadas algunas de ellas con ciudadanos de la villa y llevar residiendo tiempo en la villa.

Veamos las acusadas:

“ En vista de las precedentes declaraciones mandan prender á Mª de Illarra, alias Mayora, à Inesa de Gaxen, muger de Pedro de Sanja y á Mª de Echagaray, muger de Martin Arano, á Mª de Garro, muger de Joan de Lizardi y á Mª Miguel de Oyanguren y á Catalina de Bereasarra residentes en la villa por la culpa que contra ellas resulta.”

De todas las procesadas nos centraremos en Inesa de Gaxen ( la “privada” del diablo según los testimonios ), acusada de brujería tanto en la Vasconia continental como en la peninsular, pasó buena parte de su existencia huyendo de las autoridades francesas y españolas a comienzos del siglo XVII.

Nació en la localidad bajonavarra de Bastida en 1566, vivió en Hendaya desde niña. En 1609, cuando tenía 18 años, fue mandada detener (lo cual reconoce en este proceso, así como su absolución) por el antes mencionado magistrado Pierre de Lancre en la tristemente famosa razia del inquisidor francés que mandó a la hoguera a más de 600 mujeres y niños, e incluso sacerdotes, en el proceso que antes hemos mencionado. Juzgada en Hendaya (por Tristán de Urtubia y Alzate) y en el parlamento de Burdeos (por su presidente, el barón d’Espagnac), fue torturada, quedando al parecer con secuelas físicas para el resto de sus días, y estuvo presa en Daques. Puesta en libertad por falta de pruebas, como otras muchas mujeres en su misma situación, Inesa cruzó el río Bidasoa y se refugió en Irún durante veinte años. Más tarde, se instaló en Fuenterrabía, donde se casó con Pedro de Sanz, con quien tuvo una hija. En este puerto guipuzcoano pasaría otros siete años.

En este punto del proceso se pasa al relato de los testimonios, todos ellos a cargo de niños, que curiosamente éran los únicos afectados y capaces de atestiguar todos los males que les atribuía la rumorología popular de provocar con sus maleficios el hundimiento de varios navíos en el puerto de Pasajes y de ahuyentar la pesca.

Veamos algunos extractos de los testimonios de los niños:

Declaración de María Alzueta, 13 años :

“… Estando durmiendo a la noche (María de Echagaray) la sacó de su cama y por las ventanas de la casa suya en los hombros y la llevó por todo los tejados en el aire por encima de la muralla y la puso en un prado junto a la ermita de San Felipe y Santiago, en sus pies ; donde vio mucha claridad de luces y apariencias de fuegos y la llevó delante de una figura del diablo que tenía en la frente tres cuernos y era grande de cuerpo y los ojos muy grandes de donde salían resplandor de luces y le habló María al diablo pero que esta testigo no oyó lo que le dijo y después el diablo a esta testigo dijo en vascuence que renegase de la virgen María… y que danzase con los demás donde vio esta testigo a Inesa de Gaxen y que acabada las danzas se pusieron a comer asentadas en la mesa y después de comido dicha María de Echagaray le trajo en hombros a su casa y la puso en la cama…”

Declaración de Isabel de Arano, 14 años :

“… Comían puestas las mesas muchas brujas que allí se juntaban y luego comenzaron a danzar todas ellas y entre ellas conoció a Inesa de Gaxen que era la privada y junto al demonio andaba danzando y vio también otras. Que a esta testigo la llevaron otras seis veces dicha Inesa y dos veces María de Illara a los aquelarres. Que en todas las veces la untaban con unciones : que Inesa dijo una vez la misa ayudándola el demonio y otras veces tenía el oficio de tocar el tambolín para las danzas y María de Illara tenía oficio de hacer guardar sapos a las criaturas ; que al tiempo de levantar la forma cantaban « aquerra gora aquerra bera ».”

Declaración de Jacoba de Estacona, 11 años :

“… Vio también danzas y a Inesa de Gaxen que fue de los aquelarres a hacer perder navios al puerto del pasaje y lo sabe porque llevando a esta testigo al hombro Inesa frente de dicho puerto a un navio que venía a la vela para hacer perderlo yendo en el camino cantó el gallo en una de las casas del pasaje y se volvieron sin hacer nada.”

Curiosamente las declaraciones de estos niños siguen todas un mismo patrón a rajatabla. Salvo contadas excepciones en detalles menores, el número de cuernos del diablo (dos o tres) y alguna que otra descripción del entorno donde se realizan los Akelarres, todos relatan una experiéncia practicamente calcada a los elementos recogidos en todos los procesos de brujería: se les unta con ungüentos bajo sus hombros, se deja una figura exacta en su lugar, vuelan con la bruja sobre os tejados, llegan al Akelarre situado junto a una Iglesia, hay luces y fuegos, el diablo tiene tres cuernos y habla en una lengua extraña (en este caso algunos dicen vascuence), hay sapos y pucheros, se comulga con pan negro y una especie de cáliz negro,se canta aquerra gora aquerra bera (cabrón arriba cabrón abajo) se le besa al diablo bajo la cola y en sus partes y cuando vuelven del Akelarre ven el Santo Sacramento negro cuando acuden a la Iglesia muy a pesar suyo hasta que no lo comunican al párroco y éste les provee de reliquias para protegerse y retornar al estado “normal”.

Todas estas descripciones encajan perfectamente dentro de los cánones que ha establecido el Santo Oficio y que se repiten uno tras otro en todos los procesos de Brujería siguiendo al pie de la letra los vademecums de la caza de brujas contenidas en el «Malleus Maleficarum» y sus diversas secuelas e interpretaciones.

Ante tal panorama las brujas deciden declarar su arrepentimiento y trasladar las culpas hacia la “privada” del demonio Inessa. Dos de ellas (Mª de Mayorga alias Mayora y Mª de Echagaray que había sido acusada por su propia hija) piden una segunda declaración en la que hacen hincapié en sus acusaciones.

Inesa rechazó de forma estoica una tras otra todas las acusaciones, a pesar de padecer, al igual que sus compañeras, todo tipo de presiones y vejaciones.

Ante lo cual se solicitó un acaeramiento entre sus compañeras e Inesa para ponerla en evidéncia y conseguir su confesión.

“… Y luego el dicho bachiller comenzó á hacerle muchas lamentaciones y doctrinas y haciéndole besar y abrazar á la imagen de Jesucristo y á una cruz y la dicha Inesa respondió que no era bruja y era testimonio lo que se le levantó y con esto el bachiller Don Gabriel se levantó en pie con haber estado una hora de rodillas delante de la dicha Inesa de Gaxen y visto lo susodicho preguntó el dicho bachiller á las dichas Mª de Illarra y á Mª de Echagaray que á todo estaban presentes; Hermanas mías, Inesa de Gaxen es bruja y con ella y en su compañía habeis andado; decid la verdad. Luego dicha María de Illarra y Ma de Echagaray dijeron á dicha Inesa, vos sois bruja, maestra y capitana de las brujas y la mayor mandona de los aquelarres, tantas veces fuisteis á ellos y nosotras con vos, no lo podeis negar mala muger. Y dicha Ma de Echagaray le dijo todas las palabras de su segunda confesión con más que se acordase como ahora podía haber dos meses habiendo ido al aquelarre le dijo que renegase de Jesucristo y su madre bendita y todos los santos y santas del paraíso y por que ella no lo quiso hacer volvió el demonio contra ella diciendo las mismas palabras para que renegase y dijo, Jesus mio Jesucristo ayúdame, como os tengo de renegar mi criador, y diciendo estas palabras se habían todos desaparecido y se halló ella sola en la montaña de Jaizquibel junto á la ermita de Santa Bárbara en camisa y viniendo para esta villa por sus pies se le amaneció en la horda é Domingo de Estala y encima de una piedra halló su saya y la vistió y vino después de abiertas las puertas á esta villa á su casa; Inesa, esto es verdad, acordaos, vos me habeis perdido con vértigos. Y luego dichas Mâ de Illarra y Mª de Echagaray llevando más la voz se allegaron junto á dicha Inesa y se pusieron de rodillas con sendas cruces de Santo Toribio en las manos á la cual le amonestaron se convirtiese y mirase que ellas también habían estado mudas y negaban como ella y tenían impedimento para confesar pero habían entendido con el corazón las palabras y doctrina del bachiller Don Gabriel que estaba presente y estaban reducidas á Jesucristo y á su Santa Fé católica y dicha Inesa le respondió, yo no soy bruja ni sé de ellas y de vuestra boca el demonio habla. Y luego dicho bachiller comenzó á interrogar á dicha Inesa con muchas amonestaciones llorando muchas lagrimas y con él así bien los dichos alcaldes y yo el dicho escribano puesto de rodillas pidiendo se convirtiese á Dios y dicha Inesa no confesó palabra ni vertió una sola lágrima de sus ojos y con esto el dicho bachiller le habló muchas interrogaciones en latín y la echó agua bendita diversas veces y pidió si algun demonio dentro de ella estaba hablase y saliese y respondió Inesa que ella no tenía demonios ni era bruja y después dicho bachiller la conjuró y interrogó con un libro manual diciendo las palabras del conjuro, y dicha Inesa le respondió que ella no era bruja y si creían las palabras de dos mujeres tan malas como las que estaban presentes. Y dichos alcaldes visto que Inesa estaba pertinaz y rebelde á la Santa madre iglesia mandaron encarcelar con prisión más apretada y los dichos alcaldes lo firmaron de sus nombres y en fé de ello yo el dicho escribano lo firmé. Sancho de Ubilla, Gabriel de Abadia =

Ante mí Domingo de Aranburu, Escribano.”

Vista la actitud de Inesa frente a sus supuestas cómplices, los alcaldes ordinarios Sancho de Ubilla y Gabriel de Abadía y el arcipreste Gabriel de Avendaño, que formaban el Jurado de Fuenterrabía dejaron el caso en manos del Tribunal del Santo Oficio de Logroño el 13 de Junio de 1611.

Para sorpresa de ellos corrían nuevos vientos dentro del Santo Oficio, tras los sucesos del Auto de Fe de 1610 en Logroño se habían levantado corrientes contrarias a tanto desmán castigador. El humanista Pedro de Valencia aconsejó a la inquisición que se tomara el asunto con calma y que no hiciera caso de todo lo que se decía, reduciendo los Akelarres a un simple deseo de cometer fornicaciones, adulterios o sodomías.

Todo ello tras leer “con horror y asco” el Auto de Fe de Logroño y mostrado en su “ Discurso acerca de las cuentas de las brujas y cosas tocantes a magia “ dedicado al Inquisidor General y Arzobispo de Toledo D.Bernardo de Sandoval; en el cual critica los métodos utilizados por la inquisición para conseguir las declaraciones y tachándolos de carentes de garantías jurídicas.

Las críticas dieron fruto, y el Inquisidor Alonso de Salazar y Frías (denominado el “El abogado de las brujas” por el escritor Gustav Henningsen) toma cartas en el asunto.

Salazar había sido el último en llegar al tribunal en 1608, y mantenía serias discrepáncias con los otros dos inquisidores Alonso Becerra y Juan de Valle Alvarado, ambos partidarios de la mano dura tal como lo habían demostrado en el Auto de Fe de Logroño en 1610 del que formaba parte el juicio a las brujas de Zugarramurdi y en el que fueron condenados a hoguera 11 personas.

Los informes del viaje de Salazar son demoledores, relata que en el norte de Navarra, donde el pánico se extendió en el curso del invierno de 1611 a 1612, observó Salazar que los sospechosos corrían peligro de ser linchados por las masas: se les tiraba piedras, encendían hogueras alrededor de sus casas y a algunos les destruyeron la casa con ellos dentro.

La gente de los pueblos recurría a toda clase de tormentos para obligar a los sospechosos a confesarse brujos. Algunos fueron atados a los árboles frutales y abandonados allí durante la noche de invierno; pusieron a otros con los pies en agua hasta que ésta se helaba; descendieron a otros con una cuerda desde un puente y les sumergieron en las gélidas aguas del río.

Salazar se desplaza al territorio afectado con un edicto de gracia tras haber estudiado concienzudamente los procesos que se habían realizado últimamente.

Salazar da a entender a los magistrados de Fuenterrabía que tales seres como las brujas no existen, y para disipar todo miedo o duda al respecto, al señor inquisidor le bastaba en esos momentos con que los acusados de tales cosas como volar por los aires, fabricar ungüentos mágicos, dirigir  rayos contra casas y cosechas o tormentas contra barcos -todo ello gracias a un presunto pacto con el Diablo-, hicieran pública sumisión a la fe cristiana en el plazo de seis meses, acogiéndose a lo que el documento llama “Edicto de Gracia”…

Absuelta junto a las demás acusadas del cargo de hechicería por el tribunal eclesiástico (presidido por el inquisidor Alonso de Salazar Frías), las autoridades de Fuenterrabía no acataron la resolución y fue nuevamente juzgada por brujería junto a otras seis mujeres. Las desterraron a Hendaya en una gabarra en Octubre de 1611 (una de ellas, María de Garro, regresó al año siguiente para reunirse con su marido y murió encarcelada), perdiéndose su rastro de aquí en adelante.

Como conclusión nada mejor lo que expresó el propio Alonso de Salazar tras estudiar e investigar la “plaga”:

 “No hubo brujos ni embrujados en el lugar hasta que se comenzó a tratar y hablar de ellos.”

Eduardo Rivera Gómez

Género e Historia Grupo F1

Bibliografía :

  • Arzadun, Juan. Las Brujas de Fuenterrabía. Proceso del Siglo XVII. Revista Internacional de los Estudios Vascos (RIEV). Vol.3, Nº2 (1900), Págs. 171-181, 1900 Ed.Sociedad de Estudios Vascos.
  • Callejo Cabo, Jesús. Breve Historia de la Brujería. Ediciones Nowtilus. Madrid, 2006.
  • Cobo, Rosa. Fundamentos del patriarcado moderno. Jean Jacques Rousseau. Ed. Cátedra. Madrid, 1995.
  • Euskomedia. Kultura Topagunea Fundación de Eusko Ikaskuntza – Sociedad de Estudios Vascos http://www.euskomedia.org/?idi=es
  • Fontela, Marta. ¿Qué es el patriarcado?. Diccionario de estudios de Género y Feminismos. Ed. Biblos, 2008.
  • Henningsen, Gustav. La brujería en España. La Inquisición en el proceso de Logroño. Historia 16 ,Año:1982, iss:80 Pàg.:46 -53
  • Iribarren, José María. Interesante documento acerca de lo probado en el auto de fé celebrado en Logroño el año 1610. Contra las brujas de Zugarramurdi. Revista Principe de Viana. Año nº5, Nº17, Págs. 422-427. 1944, Pamplona.
  • Michelet, Jules. La Bruja. Ed.Akal.Madrid, 1987.
  • Roldan Gual, José María. INMIGRANTES FRANCESES EN FUENTERRABIA: UN «CENSO» DE 1611 Revista Lurralde : investigación y espacio. Nº10 (1987) Págs. 129-144 Instituto Geográfico Vasco (Ingeba) Euskal Geografi Elkargoa,

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